‘‘Un corazón mecánico nunca se salta un latido y nunca flaquea ante las emociones. Así que, ¿por qué alguien confiaría su vida a un frágil músculo de carne y sangre?’’
El tercer brazo de Viktor emitió un tenue rayo de luz que soldaba metal a su brazo izquierdo con firme precisión. El olor a carne quemada ya no le molestaba, tampoco el aspecto de su muñeca derecha abierta, con venas, músculos y tendones fusionados con amplificaciones mecánicas. Viktor no se estremeció. En vez de eso, sintió una sensación de éxito al contemplar la mezcla de materiales sintéticos y orgánicos.