Baja para comenzar
Como la mayoría de yordles, Tristana sentía una absoluta fascinación por el mundo más allá de Ciudad de Bandle. Durante sus viajes, recorrió con entusiasmo lugares muy distintos, hizo muchos amigos y se encontró con criaturas muy peculiares. Usando los senderos ocultos que solo los yordles conocen, exploró el reino material a lo largo y a lo ancho, casi siempre pasando desapercibida.
Disfrutó de fenómenos impresionantes, como la migración de los troles de hielo, que atraviesan los mares de témpanos del norte bajo auroras caleidoscópicas. Observó con gran admiración cómo los buques de guerra se hacían pedazos en batallas navales que sacudían los mares. Vio, asombrada, cómo los grandes ejércitos marchaban con unidad y precisión (conceptos increíblemente ajenos para los yordles) por dunas infinitas en dirección sur.
Sin embargo, Tristana cambió radicalmente su modo de ver la vida cuando presenció la destrucción de un bosque de Bandle. Los árboles y las plantas crecen alrededor de portales hasta formar extensos bosques imbuidos de magia. Para los yordles, son un refugio que los protege de los peligros del mundo exterior. Un día, Tristana dormitaba bajo un árbol. La luz del sol se colaba entre las hojas. Despertó de golpe cuando notó que la vegetación estalló en llamas y los troncos empezaron a desplomarse. Un grupo de acechadores blindados irrumpió en el bosque, liderado por un hechicero envuelto en una energía oscura. Sirviéndose de hachas y fuego, arrasaron con todo a su paso.
Tristana huyó despavorida y se escondió. El hechicero dirigió su poder hacia el portal que había en el corazón del bosque de Bandle y pronunció una sentencia final. Con los oídos aún adoloridos, Tristana vio cómo el portal se cerraba para no volver abrirse jamás. Los efectos de la destrucción también llegaron hasta Ciudad de Bandle. Los yordles estaban desesperados.
Tristana nunca había sentido nada igual: el dolor por una pérdida tan grande, la culpa por no haberlo impedido. Se prometió a sí misma que no dejaría que algo tan terrible ocurriera de nuevo. En ese preciso instante, decidió convertirse en la protectora de los bosques de Bandle y de sus compañeros yordles.
Tristana sentía una profunda admiración por el modo en que los mortales protegían las cosas que más les importaban. Aunque no lograba entender por qué atesoraban metales brillantes o murallas de piedra, respetaba sus costumbres y decidió emularlas. Los demás yordles la observaban con curiosidad mientras marchaba por la frontera de Ciudad de Bandle con el rostro impávido, atenta ante cualquier amenaza. Empezó a referirse a sus comidas como "raciones" y se impuso un horario estricto con periodos para al descanso y la relajación.
Pero faltaba algo. Durante sus viajes, había conocido invenciones muy poderosas, como el polvo negro de los cañones de Aguas Estancadas. Sirviéndole de inspiración, comenzó a reunir discos de metales preciosos para construirse un arma adaptada a su corta estatura.
Con una sonrisa irónica, decidió bautizarla como Boomer. Desde ese día, Tristana ha defendido los bosques de Bandle de incontables amenazas. En las selvas de las Islas de las Serpientes, intervino en un enfrentamiento entre los Buhru y los cazatesoros de Valoran, pues se estaban acercando demasiado a un portal oculto. Con su fiel compañero Boomer al hombro, los hizo huir despavoridos. En los abrasadores desiertos de Shurima, se enfrentó a una criatura del Vacío para evitar que consumiese el oasis secreto de un bosque de Bandle. Para acabar con ella, creó una bomba explosiva y se la metió por el gaznate.
Tristana se ha convertido en una leyenda en la ciudad de Bandle. Últimamente, muchos yordles han empezado a imitar sus costumbres disciplinadas, aunque suelen fracasar estrepitosamente. Algunos incluso consiguieron armas similares a Boomer con ayuda de Rumble, el inventor, que siempre ha querido ganarse la aprobación de Tristana. Aunque la situación le parece un tanto vergonzosa, ha llegado a una conclusión: si van a defender los portales de Ciudad de Bandle, más vale que lo hagan como es debido. Por ello, ha decidido entrenar a los nuevos reclutas, que ahora se hacen llamar los "Artilleros de Bandle".
Actualmente, Tristana sale a patrullar sola: por un lado, para proteger los bosques de Bandle; por otro, para huir de sus nuevos (y molestos) aprendices.