Short Story
Zoe
El Aspecto del Crepúsculo

Zoe

El Aspecto del Crepúsculo

Baja para comenzar

Zoe
El Aspecto del Crepúsculo

Como corresponde a la naturaleza de su Aspecto de Targon, Zoe no llamó la atención del reino celestial de una forma tradicional. No logró una espectacular victoria contra todo pronóstico, ni se sacrificó por un ideal noble, ni superó el juicio empírico de ascender el Monte Targon: era una niña normal, aparentemente elegida al azar entre los rakkoranos.

Sus maestros decían que Zoe era tan imaginativa como obstinada, holgazana, traviesa y distraída. Un día, al abandonar sus clases sobre los textos sagrados para hacer algo "menos aburrido", el Aspecto del Crepúsculo la vio.

Observó cómo la joven se burlaba de los gritos enfurecidos de los sacerdotes eruditos que la perseguían por la aldea. Al final, tras una hora de persecución, la acorralaron contra el borde de un acantilado. Antes de que los maestros pudieran atrapar a Zoe, el Aspecto invocó seis objetos frente a ella: una bolsa de monedas de oro, una espada, un libro de estudio completo, una alfombra de la devoción, una cuerda de seda y una pelota de juguete. Con cinco de esos objetos podía haber logrado huir o, en todo caso, deshacer la situación.

Zoe eligió la sexta opción.

Sin preocuparse por escapar o por el perdón, cogió la pelota de juguete, le dio una patada hacia la pared de una casa cercana y cantó alegremente mientras esta rebotaba contra los malhumorados sacerdotes.

El Aspecto no había contemplado tal irreverencia jovial frente al peligro desde su último anfitrión, que anunció el fin de la Gran Guerra Oscura. Encantado por la exuberancia despreocupada de Zoe, abrió un portal resplandeciente hacia la cima del Monte Targon, ofreciéndole a la niña la oportunidad de ver el universo. Zoe se dejó caer de espaldas en el portal y se fusionó al instante con el Aspecto. Mientras desaparecía, aprovechó para sacarles la lengua a sus maestros estupefactos.

La trascendencia fue única y, de hecho, era algo inaudito en los mitos y leyendas de Targon. Sin embargo, Zoe no se paró a pensar en que las normas que rigen los Aspectos se habían cambiado solo por ella. Ella no se preocupaba en absoluto por las normas. En vez de eso, viajó a dimensiones de la realidad que estaban en el mismo límite de la comprensión humana y jugó con poderes que pocos habían visto y pocos verían después.

Aunque apenas había pasado un año para Zoe, por lo visto, cuando regresó a casa, habían transcurrido muchos siglos en Runaterra. Llena de curiosidad adolescente, se preguntó qué se habría perdido en su ausencia. Por suerte, podía atravesar las corrientes del tiempo con solo pensarlo. Entre los eventos que presenció, se encontraban el ascenso y la caída de Mordekaiser, "el malote con armadura"; la destrucción de las Islas Bendecidas durante la "espeluznante fiesta de fantasmas"; los cataclismos de la "guerra por las rocas brillantes" y la fundación de una nueva y adusta nación cerca del "bosque nada divertido".

Una cosa en particular se hizo evidente para Zoe: no estaba sola. Había otros Aspectos caminando por el mundo mortal; de hecho, muchos más que nunca. ¡Más amigos nuevos que conocer! Pero la rechazaron una y otra vez, pues parecían bastante preocupados por lo que fuera que estuvieran haciendo en los espacios entre reinos. Intrigada, Zoe viajó a las estrellas, donde se encontró con el gran dragón cósmico, Aurelion Sol.

Aunque estaba claro que la despreciaba, como hacía todos los de su especie, Zoe siempre volvía al lado del dragón, tratando de descubrir qué le preocupaba. A partir de sus diatribas pretenciosas y engreídas, ella dedujo que sus compañeros Aspectos lo habían humillado, coronándolo con un artefacto maldito para desviar su poder.

Zoe sintió lástima por este "cachorrito espacial" y juró hacer lo que estuviera en su mano para protegerlo. Aurelion Sol, por su parte, al menos había dejado de amenazar con destruirla cuando por fin se cobrase su venganza.

Nadie sabe con certeza si la curiosa relación de Zoe con el Forjador de Estrellas se debe a un mero capricho, egoísmo o a su papel como perturbadora cósmica.

Para los eruditos y místicos del Monte Targon, la aparición de un Aspecto suele ser un acontecimiento alegre... Pero la imprevisibilidad de Zoe los mantiene en vilo, ya que ni siquiera ella sabe lo que su presencia podría presagiar. La única certeza es que Runaterra está al borde de una profunda transformación, una que puede llegar a costa de caos, destrucción y sangre.