Desplázate para comenzar
Xin Zhao, de quien se rumoraba que nunca había perdido en un combate individual, pasaba gran parte de su vida librando una batalla cuesta arriba. Algunos de sus primeros recuerdos son del Viscero, un barco pesquero jonio en el cual trabajó cerca de la costa de Raikkon. Un grumete laborioso, acataba todas las peticiones de sus mayores, desde limpiar cubiertas mugrientas hasta desenredar redes enmarañadas, al tiempo que disfrutaba de una existencia pacífica. Hasta aquel día en el que, sin saberlo, se adentraron demasiado en aguas extranjeras.
Un par de embarcaciones corsarias provenientes de Noxus persiguieron al pequeño barco. Mientras abordaba, el comandante clamó la gloria del imperio y declaró al Viscero y a toda su tripulación como parte de su justa propiedad. Casi todos ellos eran pescadores mayores, poco aptos para el servicio militar; no obstante, serían llevados al territorio noxiano.
Tras soportar un cruel viaje por mar abierto, Xin Zhao llegó a una tierra nueva y desconocida. Ahí, las aguas no poseían una belleza delicada, los árboles carecían de magia. Las puertas imponentes y las murallas de piedra fortificadas no se parecían a nada que él hubiera visto antes, se alineaban a lo largo de las calles y la gente se apiñaba en cada centímetro disponible. Supo que esa era la capital de Noxus y desde aquel sitio, un hombre, conocido como ''Darkwill'', gobernaba el vasto imperio. Separado del resto de la tripulación del Viscero y sin intenciones de volver a casa, Xin Zhao se puso al servicio del hombre que lo había tomado prisionero.
Su habilidad con la lanza no pasó desapercibida y pronto vislumbró la promesa de una vida mejor, con comida servida en platos, a cambio de sus proezas marciales. Noxus valoraba la fuerza y su patrón lo consideró un guerrero poderoso.
Sin nada que perder, el joven aceptó. Cambió sus rasgadas vestimentas por una armadura cruda y entró a las arenas de los gladiadores.
Esta forma de entretenimiento le parecía muy extraña. Guerreros poderosos, con títulos aún más imponentes, peleaban entre sí ante multitudes enardecidas, que vitoreaban tanto la demostración de sus talentos escénicos como la sangre. Xin Zhao, eligió el nombre ''Viscero'' y saltó de inmediato a la fama. Sus combates llenaban todos los asientos de cada arena, así como los bolsillos de sus patrocinadores. En muy pocos años, Viscero se convirtió en un nombre célebre, adorado por las audiencias y temido por los otros gladiadores.
Pero esta buena fortuna duró poco.
Más allá de las distracciones que ofrecía el circuito de gladiadores, el imperio enfrentaba tiempos difíciles. Las naciones enemigas invadían sus territorios y causaban rebeliones a lo largo de toda la frontera noxiana. Se rumoraba que Darkwill y sus consejeros habían ofrecido una fortuna en oro a cambio de la liberación privada de mercenarios, prisioneros y gladiadores para reclutarlos en las huestes del imperio. Con poco más que un apretón de manos, Xin Zhao y sus compañeros fueron comprados y enviados en una embarcación hacia el oeste.
Allí, en la fortaleza costera de Kalstead, los nombres y reputaciones de, incluso los gladiadores más célebres, no servían para nada. Los enviaron a la batalla contra las fuerzas de élite del Rey Jarvan III de Demacia, quien estaba decidido a contener la influencia noxiana sobre Valoran. Pronto, Xin Zhao descubrió que la guerra no se parecía en nada a la arena de duelo.
Si bien varios de los antiguos gladiadores desertaron frente a una derrota inminente, Xin Zhao resistió, manchando su lanza con la sangre de cientos. Cuando por fin lo rodeó la Vanguardia Valerosa del rey (cuyos miembros, cabe mencionar, estaban impresionados por su talento), él se negó a huir. Xin Zhao permaneció de pie, a la espera de su ejecución.
No obstante, Jarvan pensaba de otro modo. A diferencia del público de las arenas, al rey de Demacia no le complacía matar innecesariamente. Otorgó a los noxianos derrotados su libertad a cambio de jurar que no se entrometerían más con el territorio de Kalstead. Sorprendido por esta demostración de misericordia, Xin Zhao pensó en lo que podía esperarle a su regreso en Noxus. Podía volver a una sociedad en la que su vida no valía más que el oro para sus patrones o podía pelear en el bando de quienes representaban las virtudes a las que él aspiraba.
Impulsado por el honor, se arrodilló frente a Jarvan III, jurándole lealtad al rey.
Desde entonces, Xin Zhao ha demostrado su lealtad una y otra vez durante décadas. Como senescal de la casa real, no solo ejerce como guardaespaldas y consejero de su amigo y maestro, sino también del hijo del rey: el joven príncipe Jarvan, quien un día heredará la corona. El camino que llevó a Xin Zhao a convertirse en demaciano tal vez fue un poco inusual; sin embargo, él jamás falla en su compromiso hacia el reino y sus ideales. Él sabe que su motivación no proviene de un sentido del deber, sino que es su propia elección.